Aunque la obesidad es más una condición médica que un trastorno psicológico, muchas de las variables que contribuyen al inicio y mantenimiento de ésta son de tipo psicológico y cultural.
Según distintos autores, aparte de los métodos quirúrgicos, el tratamiento de la obesidad por medio de terapias cognitivo-conductuales produce los resultados más consistentes y efectivos que existen.
Además de la información nutricional para aprender a comer de forma saludable y la actividad física que todos conocemos como imprescindibles para la pérdida de peso, analizaremos otros elementos que componen un tratamiento cognitivo-conductual.
Se trata de las actitudes y creencias en torno a la alimentación. El objetivo es enseñar a las personas con sobrepeso a identificar y modificar los pensamientos negativos que les impiden conseguir los objetivos propuestos.
Algunos ejemplos de pensamientos automáticos negativos son:
. El deber. Por ejemplo: “ Debo perder peso todas las semanas”.
. Los extremos. P.e. : “ No he sido capaz de no picar, ya qué más da que me atiborre”.
. El tremendismo. P.e.: “No puedo soportar esforzarme y no adelgazar”.
. El fatalismo. P.e.: “Esto no va a dar resultado. Nunca lo conseguiré”.
.El no lo puedo controlar. P,e,: “No puedo controlar dejar de comer cuando estoy nerviosa”.
Por otra parte, el papel de las emociones es fundamental. Cuántas veces nos hemos descubierto comiendo cuando no teníamos hambre. Hablamos del “comer emocional”. Comemos cuando estamos deprimidos, aburridos, tensos…Identificar nuestras emociones y romper la asociación entre ellas y la ingesta, también facilitará que consigamos nuestros objetivos.
Por último, todos somos conscientes de lo relativamente fácil que puede resultar algunas veces perder peso y lo complicado del mantenimiento. Es, por tanto, fundamental prevenir las recaídas. La psicología también nos aporta estrategias para mantener nuestros logros.
ANA CALVO MURO
Psicóloga Col. R-0303
Máster en Psicopatología y Salud
Curso Experto en Psicopatología y Psiquiatría